miércoles, 2 de agosto de 2017

Biogás
El biogás es un gas que se genera en medios naturales o en dispositivos diseñados para tal fin, como los biodigestores.
Este gas es producido por las reacciones de biodegradación de la materia orgánica, mediante la acción de microorganismos y otros factores en ausencia de oxígeno.

El producto resultante está formado mayoritariamente por:
 Metano (CH4)45% - 50% 
 Dióxido de carbono (CO2)40% - 50% 
 Nitrógeno (N2)2% - 3% 
 Sulfuro de hidógeno (H2S)1% - 2% 
 Monóxido de carbono (CO)< 1% 
 Oxígeno (O2)< 1% 
La producción de biogás por descomposición anaeróbica es una manera muy útil para tratar residuos biodegradables, ya que produce un combustible de valor (biogás) además de generar un efluente que puede ser utilizado como abono (biól) ideál para utilizar en huertas orgánicas.
El poder calorífico promedio del biogás está entre 4.500 a 5.600 kilocalorías por m³. Si bien es menor que el poder calorífico del gas natural que está entre 8.800 a 10.200 kilocalorías por m³, su producción es totalmente natural y puede ser generado tanto en instalaciones industriales como domésticas.

El biogás puede ser empleado como combustible en las cocinas, hornos, estufas, secadores, caldera u otros sistemas de combustión a gas debidamente adaptados para tal efecto. También es usado para iluminación y en grandes instalaciones se puede utilizar para alimentar un generador eléctrico.

martes, 24 de mayo de 2011

Cuanto cuesta el agua?

hoy por hoy el agua más cara es la que no se tiene, y si se tuviera que traer se tendría que construir infraestructura, la cual no se edifica de la noche a la mañana.
Por eso piensa, más que en el costo en el valor del agua!!

domingo, 8 de agosto de 2010

cuanta agua necesito?

Ya no es suficiente con cerrar el grifo. La cantidad de agua que consumimos para beber o ducharnos es mínima en comparación a la utilizada para producir bienes o servicios. Por ello, tanto los países como los consumidores debemos tener en cuenta nuestra "huella de agua" para evitar problemas de escasez, que se relacionan con el consumo insostenible y la mala gestión de este preciado recurso.

Qué es la huella de agua

Diversos expertos destacan que los conflictos hídricos no se deben normalmente a la escasez física de agua, sino a su deficiente gestión. Así, la huella de agua destaca en última instancia la insostenibilidad que supone que los países y sus habitantes consuman más agua de la que realmente disponen.

- Imagen: Martin Walls -

Ahora bien, el consumo de agua es más complejo que el simple correr del chorro del grifo. Ideado en 2002 por Arjen Hoekstra, experto del Instituto UNESCO-IHE, y Pham Q. Hung, físico de la Universidad de Virginia, la huella de agua, o huella hidrológica, define un concepto similar al más conocido de la huella ecológica, sólo que en este caso se consideran diversos valores relacionados específicamente con el agua.

En este sentido, la huella de agua está estrechamente ligada al concepto de "agua virtual". Se trata de una idea de John Anthony Allan, investigador del King's College de Londres y la Escuela de Estudios Orientales y Africanos, que consiste en la cantidad empleada en elaborar, empaquetar y transportar los productos de consumo.

Una camiseta de algodón tiene una huella de 4.100 litros de agua virtual, una hamburguesa 2.400 y una taza de café 140

El agua virtual recuerda que los consumidores no sólo utilizan este líquido cuando beben, se duchan o riegan las plantas de su jardín, sino también cuando comen o se visten. Así, por ejemplo, una camiseta de algodón tiene una huella de 4.100 litros de agua virtual, una hamburguesa 2.400 litros y una taza de café 140 litros.

Asimismo, la huella tiene en cuenta el uso que se da de este líquido: el "agua azul" es la destinada a producir bienes y servicios; el "agua gris" es la que acaba contaminada en la producción de dichos bienes; y el "agua verde" la que se encuentra en el suelo, procedente de la lluvia.

En el caso de un país, su huella hidrológica muestra el agua, tanto la nacional como la importada, usada para producir los bienes y servicios consumidos por sus habitantes. Así, Estados Unidos es el país que mayor huella de agua tiene por habitante y año, seguido de los países del sur de la Unión Europea, entre los que se encuentra España.

En concreto, según cálculos de un grupo de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), el agua para beber (entre 2 y 5 litros diarios) y para higiene y tareas domésticas (entre 50 y 200 litros) es una parte pequeña comparada con los 2.740 litros de agua virtual consumidos diariamente.

La explicación de esta enorme huella hídrica se debe, tal y como apuntan los científicos de la UPM, al balance neto negativo entre el agua que se "exporta" y se "importa": con un total de un millón de litros consumidos por habitante al año, requerimos del exterior unos 350.000 litros por persona. Sus datos añaden que los españoles utilizan el 90% del agua para alimentarse y el 10% para el resto de bienes y servicios que consumen.

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    martes, 22 de diciembre de 2009

    GUERRAS ACTUALES POR EL AGUA

    Las guerras del siglo XXI serán las guerras del agua. Así lo aseguran analistas políticos y científicos, quienes prevén que para el año 2025 la demanda de este elemento, imprescindible para la vida, será un 56% superior que el suministro. De hecho, ya es un bien escaso para buena parte de la humanidad: más del 20% no tiene acceso a agua limpia (2.600 millones de personas, según Unicef) y hasta un 40% sufre su escasez y ni siquiera puede disponer de las básicas infraestructuras higiénicas en su casa, como un urinario o un grifo.

    El calentamiento global, que supondrá un aumento de las temperaturas y más sequías, empeorará una situación que causa la muerte de más de 5.000 niños cada día. Un informe reciente de los investigadores alemanes del Instituto Wuppertal del Clima, Wolfgang Sachs y Tilman Santarius —Un mundo justo (ed. Icaria)— menciona algunos de los conflictos que empiezan a surgir por la apropiación global de unos recursos hídricos que son locales, ya sea por medio de presas, conductos, tanques o botellas. Baste de ejemplo que en 1949 había en el planeta 5.000 grandes presas hidráulicas y a finales del siglo XX su número ascendía a 45.000. Tras estas grandes obras para producir energía y abastecimiento a las ciudades, se esconden grandes desplazamientos de personas y la destrucción de la vida que se sustenta en esos cauces, casi siempre sociedades al borde de la subsistencia y pueblos indígenas. Los beneficiarios siempre están a miles de kilómetros.

    Ahí está la construcción en China —un país con el 6% del agua potable mundial y el 20% de la población— de las Tres Gargantas en el río Yangtse. Ya ha afectado negativamente a casi dos millones de personas. El próximo gran proyecto chino son otras 50 presas sobre el río Mekong que, según los analistas, generarán un fuerte conflicto con Vietnam, puesto que podría convertir su delta en un desierto y destruir el ecosistema del que viven millones de campesinos y pescadores. Pero el gigante asiático necesita energía al precio que sea.

    Conflictos no menos intensos han surgido ya entre Egipto y Etiopía, por la explotación del Nilo; en República Democrática del Congo, como consecuencia de la futura presa Gran Inga (el doble de grande que las Tres Gargantas); o en la Amazonía brasileña, donde los indígenas luchan contra la presa en el río Xingú. A estas batallas internacionales hay que sumar, luego, las que se producen entre nacionales. Violentas protestas han tenido lugar en ciudades como Cochabamba (Bolivia), Soweto (Sudáfrica) o Yakarta (Indonesia) por la privatización del abastecimiento del agua, y todo parece indicar que no serán las únicas a medida que aumente la escasez. Hay lugares en los que este pago supone hasta el 10% de los ingresos familiares entre los más pobres.

    Las ONG de desarrollo reconocen, sin embargo, que el primer paso para mejorar la salud de una comunidad es facilitar saneamientos y agua potable. Y calculan que reducir a la mitad las personas que hoy no disponen de ello supondría unos 30.000 millones de euros, menos del 1% de los gastos militares globales. Sólo la presa Gran Inga se estima que costará 50.000 millones de euros. Eso sí, la energía que genere se podrá exportar a España e Italia